viernes, 22 de marzo de 2013

Concha de tortuga


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Cuenta una leyenda que, hace varios siglos, el Sol le suplicó a la Luna que lo ocultara unos instantes. Le pidió que le diera una coartada para ausentarse del cielo, bajar a la Tierra y ser libre, aunque solo fuera por un momento.

El Sol quería dejar de ser el centro del Universo y pasar inadvertido, deseaba que nadie se diera cuenta de su presencia y así, sentirse liberado de tanta presión. Fueron tan insistentes sus súplicas, que la Luna accedió. Fue en un día de junio cuando la Luna se acercó al Sol y lo fue cubriendo, poco a poco, para que a los mortales de la época no les sorprendiera de golpe la oscuridad.

El Sol, que desde lo alto observaba la faz de la Tierra, no lo dudó. Para sentirse libre y pasar desapercibido se hizo corpóreo en el ser más perfecto, rápido y discreto que había: una hermosa gata negra. La Luna, perezosa, no tardó mucho en sentirse cansada y, sin ya era demasiado tarde. Así que salió corriendo hacia el Cielo. Huyó tan rápido, que dejó en su morada momentánea parte de él, así que cientos de rayos dorados, amarillos, rojos y naranjas se quedaron dentro de la Gata Negra.

Desde entonces, todas las gatas que nacieron de la Gata Negra eran lo que nosotros, por desconocimiento, llamamos Gatos Carey. Su manto oscuro se ve iluminado por múltiples destellos. 


Autor anónimo

1 comentario:

  1. Que bonita historia, esas gatitas carey son muy simpaticas

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